Siempre he admirado aquellos maestros de la palabra que, como tales, han sabido reducir toda forma y parafarnalia a lo puramente esencial. Que contigo de Joaquín Sabina sea una de mis canciones de amor favoritas se debe a este motivo: "y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres. Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren". Reducir toda la palabrería amorosa / romántica a una frase que en sí tiene más poder que cualquier otra oración, dejarse de metafísicas y indagar en aquello que llamamos esencia, aquello que es más profundo que el propio corazón, es algo que sólo unos pocos privilegiados son capaces de hacer.
Por supuesto es tan sólo una humilde opinión de servidora, a propósito de algo que ronda por mi mente desde hace bastante tiempo que, por cierto, es algo así como aquel poema de Juan Ramón Jiménez:
Rosa
Sólo eres tú
(aquella tú)
cuando me hieres.